Uno de los problemas que afectan a la vidriera contemporánea es la intervención de los pintores en su realización. Ambas artes mantienen un paralelismo significativo en común: son artes bidimensionales. La vidriera se forma por una combinación de líneas y colores, tanto en plano abstracto como en el figurativo. Este hecho da lugar a una pintura sobre soporte de vidrio que, lejos de obedecer a las leyes de la vidriera, depende en muchos aspectos de las de la pintura. Si a esto le sumamos que la vidriera no es un arte que se realiza directamente sobre el soporte definitivo, sino que nace de un dibujo sobre cartón, se entenderá la inclinación de muchos pintores a experimentar en el campo de la vidriera.
Si bien es cierto que el primer elemento plástico renovador surge en la ejecución del cartón, no lo es menos que el paso de la imagen del cartón a un soporte definitivo, en este caso vidrio, conlleva un proceso que nada tiene que ver con la pintura y del que depende todo el resultado. Entender la vidriera como un proceso creador que se basa en el dibujo sobre cartón y cuya traducción en vidrio se considera una operación mecánica, ha sido la causa de no pocas tensiones y desajustes surgidos entre vidrieros, pintores y arquitectos.
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Realización del dibujo sobre cartón para su posterior paso a |
Han sido muchos los pintores que han hecho incursiones en el campo de la vidriera, por citar algunos,
Henri Matisse,
Marc Chagall,
Joan Miró,
Fernand Léger,
George Braque o
Georges Rouault intervinieron con mayor o menor acierto, en el diseño de vidrieras. Debido a la mecánica del encargo, los pintores han realizado cartones que luego un taller o un grupo de artesanos especializados se encargaba de pasar a un soporte definitivo de vidrio. Es indudable que la mayoría de estos grandes pintores se preocuparon de estudiar los resortes de un arte que funciona de una manera completamente distinta de la pintura. Sobre cartón, el efecto puede parecer igual al de un boceto para la realización de un cuadro o un mural, pero el resultado de la vidriera integrada en el edificio y percibida a través de la luz que se filtra por el soporte es radicalmente distinto. Se trata de una pintura translúcida que da como resultado un efecto nuevo y sorprendente que el pintor difícilmente imagina hasta que la obra se halla colocada, y que deriva de la relación de la vidriera con su emplazamiento y función. Los problemas surgen cuando se trata de una obra realizada sin un diálogo previo con el vidrio y sus claves de funcionamiento, y partiendo de un monólogo con la pintura.
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Vidriera diseñada por Rouault para la iglesia de Assy |
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En 1950 el padre Marie-Alain Couturier encarga a Fernand Léger las vidrieras para la Iglesia del Sagrado Corazón en Aundincort, proyectada por el arquitecto Maurice Novarina. |
A lo largo del siglo XX se incorporaron nuevos materiales y técnicas en el arte de las vidrieras, como el uso del cemento con vidrio grueso integrado o técnicas como la thermofusión, grabado al ácido, chorro de arena, etc. dando al artista vidriero mayor capacidad de creación y favoreciendo de este modo, la inclusión de artistas plásticos y pintores en el diseño de las vidrieras. Así Léger, Matisse o Braque participaron por iniciativa de la Iglesia francesa, en la creación de vidrieras donde abandonaron la figuración para dar paso a formas abstractas. Aunque, como se puede deducir por todo lo explicado anteriormente, el camino no fue fácil. La experimentación creciente de formas, técnicas, nuevos materiales y sistemas de sujeción e integración en la arquitectura que se dio en el siglo citado, fue apartando cada vez más la actividad de los vidrieros de la de los pintores. Por ejemplo, las vidrieras que Chagall diseñó para el Hadassah-Hebrew University Medical Center de Jerusalén o la Catedral de Reims, con técnicas tradicionales de vidrios colorescentes emplomados, resultaron ser una traducción en vidrio de sus pinturas, debido a que el artista que ha realizado el cartón ha actuado como pintor, sin proyectar en vidrio ni conocer a fondo las posibilidades plásticas del material. Ello impidió agotar los recursos que proporcionan los vidrios, sus texturas, los efectos de su cromatismo translúcido y las posibilidades plásticas de nuevos procedimientos.
La vidriera comporta en sí misma un amplio corolario de posibilidades no-figurativas, pero también de un arte basado en la representación. Si a lo largo de los últimos años los vidrieros han logrado realizar una vidriera integrada en las corrientes de vanguardia a través de la especificidad de su lenguaje, de las posibilidades expresivas del material y de los procedimientos, también se han producido nuevas indagaciones orientadas a lograr en la vidriera nuevos cauces para la representación.
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Conjunto de vidrieras de la Capilla del Rosario en Vence, diseñadas por Henri Matisse |
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Conjunto de vidrieras diseñadas por Chagall para el Hadassah-Hebrew University Medical Center |
La vidriera figurativa ha sido una traducción en vidrio de formas, imágenes e ideas derivadas de la pintura. Plantearse una vidriera figurativa en la que la representación sea un resultado específicamente vidriero, se consigue partiendo de un doble supuesto: por un lado, un conocimiento impecable de las técnicas y el material; por otro una experimentación de los resortes que puede producir una imagen figurativa realizada en vidrio. Los colores, los efectos de la luz, el emplazamiento y el efecto mágico de la vidriera como superficie iluminada por detrás sugieren unas posibilidades plásticas mucho más ricas y complejas que las de servir de un mero soporte translúcido al que se traduce una imagen de la pintura. En sí misma, el arte de la vidriera puede ser un medio en el que el componente figurativo podría alcanzar un nuevo sentido y una nueva dimensión.
Bibliografía:
-Xavier Barral i Altet: Vidrieras Contemporáneas. Lunwerg Editores, Barcelona, 2006
-Nieto Víctor Alcaide: La vidriera española. Editorial Nera, S.A., Madrid, 1998
-Lawrence Lee, George Seddon y Francis Stephens: Vidrieras. Ediciones Destino, S.A., Barcelona, 1987