jueves, 4 de agosto de 2016

LA VIDRIERA CONTEMPORÁNEA EN ESPAÑA

   En la renovación de la vidriera española durante los años cincuenta intervinieron dos factores determinantes: la incorporación de pintores en la realización de los cartones y la integración de la vidriera al nuevo arte religioso. A esto hay que añadir la amplia proyección que tuvo la abstracción y la figuración de carácter geométrico.

   Desde el siglo XIX la vidriera se ha visto envuelta en diversas valoraciones subjetivas según las cuales el mito del misterio, de lo insólito tenían en este arte su medio de expresión. Esta valoración se producía con independencia de sus contenidos figurativos de carácter religioso. Además del ámbito espacial de la catedral gótica, con el que se identificaban las diversas lecturas de un subjetivismo romántico, la vidriera era, como arte del fuego, un arte surgido del misterio, de lo inaprensible, de los cambios y las mutaciones. Llevar a la práctica este potencial expresivo requería un conocimiento a fondo de los secretos del oficio. En este sentido, Carlos Muñoz de Pablos ha sido capaz de representar una realidad trascendida desde unos supuestos plásticos específicamente vidrieros. Tuvo una formación académica rigurosa en las escuelas de Artes y Oficios de Segovia (1951) y Madrid (1952) y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1957). Junto a ello, desde 1953 inició su formación en el campo de la vidriera en la Casa Maumejean. Allí aprendió cómo funcionaba la vidriera en el edificio, los problemas que planteaba la representación, y cómo debía proyectarse y realizarse para lograr un resultado determinado. A esta formación y a su ininterrumpida labor como restaurador, que le ha mantenido en constante contacto con las vidrieras de los antiguos maestros, se debe el que sea uno de los vidrieros que mejor conoce las técnicas tradicionales y sus diversas aplicaciones. Ha desarrollado una renovación de la vidriera partiendo de resultados tradicionales enriquecidos con nuevas investigaciones propias. Para este vidriero, lo agotado en la vidriera no es la técnica ni el procedimiento, sino las formas y las imágenes de un historicismo académico y vacío. En sus obras íntimas ha logrado crear una vidriera figurativa en la que la imagen supera las apariencias de lo real mediante la expresión de un arte cargado de magia y resortes ocultos y desconocidos. Alguna de sus vidrieras se encuentran en las catedrales de Pamplona y Santa María de Vitoria. Su obra más innovadora es la que realiza en paneles de vidrio autónomos que no dependen de la arquitectura y sus obras realizadas para edificios de nueva construcción, como el lucernario del rectorado de la Universidad Euroárabe de Granada (1990-1991). En las vidrieras de la serie Retratos imaginados de mujer, Muñoz de Pablos combina el misterio de un conocimiento de los usos y modos de la vidriera. La serie de Retratos imaginados constituye un proceso de condensación de formas y técnicas se la vidriera en el tratamiento de las diversas partes forma un sorprendente collage de citas históricas con las que el pintor lanza un guiño de complicidad al espectador. Unas veces es la contundente presencia de una tela de damasco; otras, la calidad desigual del color de un vidrio; otras, un mordido al ácido o un juego sutil y virtuoso de aplicación entrevelada de la grisalla.

Retrados imaginados de mujer
   Otro de los vidrieros más destacados es el catalán Joan Vila-Grau, con casi un centenar de obras repartidas por todo el país: Caldes de Montbui (1957), Vilassar (1963), las de la iglesia de Sant Gregori Taumaturg (1995) o las de La Sagrada Familia en Barcelona (1999). Inició su labor como vidriero cuando era estudiante de arquitectura, participando en el florecimiento que obtuvo este arte en los años cincuenta.  Sin embargo, su dedicación a la vidriera de forma ininterrumpida no tuvo lugar hasta los años sesenta. La experimentación en la vidriera proporcionó a Vila-Grau un escenario en el que pudo desarrollar cuestiones tales como el estudio de las posibilidades de la materia, los efectos surgidos de las transformaciones por azar de las superficies de los objetos o el descubrimiento del interior de los mismos producido por la degradación y la destrucción. La aportación fundamental de este artista ha sido comprometer la vidriera con la experimentación de los lenguajes plásticos contemporáneos, la plasticidad se impone por encima de la identidad con las formas de la arquitectura, funcionando como un componente dinamizador, la vidriera aparece como un elemento transformador del espacio y la tectónica de los edificios. En todas sus obras hay una voluntad de traducir al vidrio todas aquellas experiencias que son posibles con la pintura.

La Sagrada Familia

   Luis García Zurdo se formó en Alemania con Josef Oberberger. Busca en la vidriera la expresión a través del color, la materia y la luz. El ámbito de su actividad ha discurrido en relación con la pintura, la realización de vidrieras y la restauración. Su preocupación por el expresionismo y su formación como vidriero en Alemania son dos aspectos claves. La principal aportación de este artista ha sido la experimentación de los recursos plásticos del expresionismo en el campo de la vidriera. Los efectos cromáticos, de fuerte intensidad, se integran con el sentido constructivo propio de la composición de la vidriera con diferentes piezas. Esto se puede apreciar en las vidrieras que realizó para la residencia de los hermanos maristas en Vigo (1993).

   Nini Hernández y José Ignacio Pertegaz trabajan con la vidriera como elemento arquitectónico o como obra autónoma. Llevan realizando vidrieras en conjunto desde 1978, aunque sus trayectorias han sido muy distintas. Hernández estudió psicología; Pertegaz es profesor de vidriera en la escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia desde 1985. Ambos han desarrollado una notable actividad teórica en conferencias y escritos sobre el arte de la vidriera. En 1982 iniciaron una experimentación en la vidriera contemporánea dando como fruto una definición actual del lenguaje vidriero. Han partido de la ficción para alcanzar una utopía: reiniciar desde sus orígenes unas posibilidades de trabajar el vidrio, de alterarlo y modificarlo, para lograr unos resultados que fueran la consecuencia de un diálogo primario con el material. Láminas de vidrio y varillas de cobre y estaño constituyen los componentes de unas vidrieras en las que han logrado crear imágenes de un sincretismo esencial surgido de la libertad que proporciona la creación de un objeto libre de los condicionantes que impone su realización para un lugar concreto. La vidriera se convierte en un objeto en relación íntima y versátil con el espacio en que se instala, basado en las particulares condiciones del material. La condición translúcida de la obra determina que lejos de ser un objeto impuesto, se convierta en un elemento integrado en un contorno con el que se funde y el que transforma. Entre sus obras cabe destacar El Centro del Vidrio I o Vidrio II.

   Las posibilidades constructivas de la vidriera han sido el epicentro de la producción abstracta de vidrieras de los artistas Enrique Barrio, Santiago Barrio y Ximo Roca. En la obra de estos artistas aparece como una condición inherente a la vidriera el equilibrio entre expresión y construcción, determinado por la combinación de diversos resortes del material y de la técnica de la vidriera.

   La introducción de la vidriera abstracta en un edificio siempre conlleva la transformación del ambiente que envuelve el lugar y bajo esta concepción Keshava, pseudónimo de Antonio Luis Sainz Gil, construye sus obras. Este arquitecto se ha centrado en la creación de estructuras arquitectónicas en el vidrio, como el Despertar del planeta (1993), situado en el edificio número 640 de la avenida Diagonal de Barcelona. La obra se compone de una vidriera de 24,55 x 21,60 m., que está concebida como un universo, y una escultura interior, también realizada en vidrio, llamada El eclipse permanente.

Keshava-El despertar del planeta

   
José Fernández Castrillo centra su obra en la experimentación de los cambios y transformaciones de la imagen en la vidriera a través de la manipulación del material. Con el valor material del vidrio y los efectos de su fractura y cortes, destruye la construcción de una obra para crear un nuevo orden de la naturaleza. Los Servicios Funerarios de Barcelona le encargan una obra que realiza en 1987 bajo el nombre de Alfa-Omega con una fuerte carga simbólica. De 1995 es su proyecto para la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona. En su obra existe una búsqueda de nuevas técnicas y de innovación del aspecto formal de las vidrieras. Castrillo utiliza para sus vidrieras silicona, cola y resina para unir los diferentes vidrios de sus composiciones. En 1996 realizó 24 paneles para el laboratorio Bayer en Barcelona bajo el nombre de Ciencia y Naturaleza, donde combina elementos geométricos y orgánicos.

   Sugerir, dinamizar y transformar la arquitectura a través de la vidriera podrían definir algunas de las aportaciones de Pere Valldepérez i Ripollés. La labor de este vidriero ha abarcado un amplio campo de actividades que van desde la vidriera creativa y la restauración y conservación de vidrieras antiguas a la docencia. Sus obras son una clara expresión de la nueva relación entre vidrieros y arquitectos, como se ve en la linterna que remata la torre angular de la fachada del nuevo edificio del Palau de la Música Catalana diseñada por los arquitectos Oscar Tusquets y Carles Díaz, con los que mantuvo una estrecha colaboración. Su labor como restaurador de vidrieras modernistas le llevó a pensar en dar una expresión nueva al vidrio, valorando la materia misma y las texturas del vidrio mecanizado e industrial en el ámbito de la vidriera actual.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Nieto Victor Alcaide: La vidriera española. Editorial Nera, S.A., Madrid, 1998.