jueves, 15 de octubre de 2015

LA VIDRIERA, RESEÑA HISTÓRICA: DE LA EDAD MEDIA AL BARROCO.

 
   La historia del vidrio está íntimamente ligada a la evolución de la arquitectura. Desde que el hombre empezó a construir, hace miles de años, los arquitectos han tratado de conciliar la necesidad de espacios cerrados, protección e intimidad con el deseo de disfrutar de interiores luminosos y bellas vistas. El vidrio se ha revelado como una solución ideal para resolver este problema, pues se trata de un material transparente, duradero, fuerte y económico.

   A lo largo de la historia, el vidrio ha llevado a la arquitectura conceptual a sus más altas cimas, pero su utilización en la gran mayoría de los edificios corrientes, como las viviendas privadas, constituye asimismo un aspecto de gran importancia, ya que demuestra hasta que punto el vidrio ha estimulado la imaginación arquitectónica y técnica a través del tiempo. La gama de tipos de vidrio disponibles hoy en día -desde translúcidos o totalmente transparentes hasta texturados o tintados- puede crear una inmensa variedad de efectos en función de las características del espacio.

    Los orígenes del vidrio son inciertos y misteriosos. Su invención seguramente tuvo lugar de forma accidental, hace unos cuatro mil años en el Mediterráneo oriental. Posiblemente ocurriese así: bajo un antiguo horno para cerámica, el sílice fundido de las vasijas se combinó con las cenizas alcalinas que habían quedado del fuego dando como resultado pedacitos de vidrio. Hacia el 1500 a.C., los vasos de vidrio moldeado y prensado eran ya de uso común en Egipto y las técnicas necesarias para su realización pronto se extendieron por Europa. La expansión del Imperio Romano permitió el desarrollo de una floreciente industria del vidrio en las provincias del Saona y el Rhin, que contaba con artesanos procedentes de Siria y Alejandría. Desde el descubrimiento de la caña de soplar en Siria (siglo I a.C.) la tecnología fue evolucionando lentamente. Hasta el siglo XIII no aparecen centros de producción importantes como es el caso de Bizancio o Murano. Pero se puede decir que hasta el perfeccionamiento de la fabricación del vidrio plano en el siglo XI, este material no comenzó a utilizarse de manera regular como elemento arquitectónico.

    En el arte románico los muros se concebían compactos con el fin de recibir la pintura mural, puesto que los vanos simplemente cumplían una función objetiva de iluminación, posteriormente este periodo nos encontramos ejemplos de vidrieras en los monasterios cistercienses. En ellos no podía haber nada que perturbase la paz y la concentración de los monjes. Por eso prohibieron la realización de vitrales coloreados, usando vidrieras monocromas de diseños geométricos y vegetales.

   Las vidrieras de la Alta Edad Media (siglos XI y  XII) son sencillas, con representaciones claras de santos y  temas bíblicos. La inclusión de ornamentos en el diseño de las vidrieras hizo  que los motivos vegetales y decorativos estilizaran sus formas. Posiblemente la fabricación del vidrio se llevara a cabo en el taller  donde el artesano elaboraba todo el proceso de realización de la vidriera. Los colores predominantes en estas obras tempranas son los tonos rojos y azules. El color del vidrio se conseguía con la disolución  de sustancias colorantes (óxidos metálicos) en la pasta vítrea ya fundida; además, también se pintaba encima del vidrio con grisalla de color marrón o negra, basada en una mezcla de vidrios pulverizados, óxidos metálicos y otros colorantes diluidos en diversos líquidos, que en un primer momento fue vino.

   Uno de los personajes clave para el progreso de la arquitectura gótica fue Suger, abad de Saint-Denis entre 1122 y 1151, quien decidió reformar la abadía. Participó en la elección de las vidrieras construidas con las innovaciones que serían las características del primer estilo gótico. El resultado fue una iglesia con unas vidrieras espectaculares, aunque muchas fueron destruidas durante la Revolución Francesa. Pero las más célebres del arte gótico se encuentran en la catedral de Chartres, un gran edificio con  más de ciento setenta ventanales multicolores dedicados a la Virgen María, patrona de Chartres, y a los santos. En estas vidrieras predomina el azul que va adquiriendo diferentes matices según la incidencia de la luz. Otros ejemplos los vemos en la catedral de Bourges, influenciada por Chartres, y la Sainte-Chapelle de París que se concibe como una jaula en la cual los escasos elementos arquitectónicos tienen como misión principal la completa exaltación y liberación de la vidriera. Constituye la meta de la tendencia a la conversación de los hechos arquitectónicos en hechos lumínicos, aspiración siempre presente en este periodo medieval, que interpretaba los hechos religiosos a la luz de una tradición neoplatónica. En  Alemania, el ejemplo más emblemático de catedral gótica con vidrieras se encuentra en Colonia, que fue centro de peregrinación, pues conservaba el relicario de los huesos de los Reyes Magos, y por ello las vidrieras están dedicadas a estos tres personajes. La arquitectura gótica inglesa también se caracteriza por la realización de prestigiosas vidrieras como las de la catedral de Canterbury. La grisalla fue un elemento corriente en las vidrieras inglesas como lo demuestran las catedrales de York y de Salisbury.

Detalle vidrieras del horóscopo, Catedral de Chartres

Conjunto de vidrieras de la Catedral de Chartres.


   En el siglo XIV, el vidrio se torna más claro y se descubre el amarillo de plata. Esto provocará que la luz entre más blanca y que se dé una mayor relación con la pintura en cuanto a la composición y narración de las vidrieras. Además, el emplomado disminuirá, haciendo que las escenas sean más continuas. Esta nueva técnica se puede ejemplificar en Italia, donde se desarrolló la tridimensionalidad. Uno de los ejemplos los encontramos en los cartones diseñados por Giotto. Estos cambios técnicos provocarán a su vez una variación en la función, ya que la claridad de las imágenes permitía ver a través del muro, introduciendo el escenario real en la catedral. A esto hay que añadir que ahora se irá perdiendo la función simbólica de las vidrieras, algo que finalmente desaparecerá en la época renacentista. El foco más relevante ya no será Francia, donde se habían dado hasta ahora todas las novedades, sino en nuevos centro artísticos como Austria o Alemania.

   Esta evolución seguirá en el siglo XV, donde además tomará influencia de pintura italiana y flamenca; esto se ve en la importancia de los detalles y del dibujo, como vemos en diseños de Paolo Ucello.

   En el siglo XVI se produce un declive de este arte, acelerado quizás por el comienzo del Renacimiento, que propugnaba la pintura mural en vez de los vidrios coloreados en las ventanas. Si tenemos en cuenta que en el Renacimiento se crea un nuevo sistema de perspectiva con el que se trata de racionalizar la realidad y que este sistema encuentra su medio apropiado en la pintura de caballete, no es de extrañar que dichas inquietudes se trasladen sobre los demás soportes, incluido el vidrio que poco a poco se va transformando en pintura sobre vidrio perdiendo así su identidad.

   A pesar de que durante los siglos XVII y XVIII, las fábricas de vidrio se extienden por toda Europa y se dedican a hacer producciones características, las vidrieras se van convirtiendo en cuadros traslúcidos donde se reducen al mínimo los efectos brillantes de luces y sombras, causando que durante el Barroco y el Neoclasicismo dejarán de hacerse e incluso se destruirán muchas antiguas.

BIBLIOGRAFIA

  • Lawrence Lee, George Seddon y Francis Stephens: Vidrieras. Ediciones Destino, S.A., Barcelona 1987.
  • Victor Nieto Alcaide: Las vidrieras del renacimiento en España. Instituto Diego Velázquez del C.S.I.C. Madrid, 1970.
  • Victor Nieto Alcaide: La vidriera y su evolución. Editorial La Muralla, Madrid, 1974.

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